¿Sociedad Intergeneracional?

VIVIR EN SOCIEDAD

La supervivencia de la especie humana no sería posible sin la interacción con otras personas. Si viviéramos en soledad se empobrecerían nuestros sentidos, no podríamos comunicarnos, ni aprender de los demás ni reproducirnos. Por tanto, vivir en sociedad no es ni bueno ni malo, es simplemente necesario.

Aludiendo al “por el interés te quiero Andrés”, podríamos decir que el ser humano es un ser social porque eso le garantiza la seguridad y su desarrollo, pero la sociedad tiene otro objetivo que es transmitir valores, normas que regulen la interacción entre los miembros de la comunidad, en definitiva: educar.

Durante las edades más tempranas observamos pautas regulares de comportamiento que incorporamos a nuestro repertorio conductual. Tradicionalmente Teniendo apoyo y aprendiendo de sus mayores el ser humano se desarrolla hasta valerse por sí mismo, creando lazos que los ligan racional y emocionalmente a ellos. Adquieren un instinto de protección que aplicarán a generaciones futuras y así es como los sociólogos dicen que se desarrolla y transmiten estas cuestiones.

Lo que ocurre es que la estructura social no es estática, está en permanente cambio y a lo largo de la evolución ha variado sustancialmente, desde la tribu a complejas estructuras y relaciones sociales. Merece la pena pararse en esto y analizar a qué estructura social pertenezco. Cuáles son los modelos sociales que se transmiten hoy día. ¿Y hace unos años? ¿De qué y de quién me nutrí y qué experiencias contribuyeron a lo largo de mi desarrollo para llegar a ser quien soy y como soy?.

Aristipo de Cirene (435-350 a.C.), además de ser discípulo de Sócrates, fue el máximo representante del hedonismo que considera el placer como máximo punto de felicidad. El placer propio ligado principalmente a lo sensorial y lo más importante a lo inmediato.

“El Cirenaico”, parece ser trending topic en los tiempos que corren. ¡Vivimos rápido y lo que queremos lo queremos ya! En líneas generales, hay una correlación entre felicidad y ocio, entre felicidad y consumismo y entre felicidad e individualismo. Y es aquí cuando llegamos al meollo del asunto. Dicen que el mencionado discípulo de Sócrates vació en la calle la mitad de una saca de dinero porque le molestaba cargar con su peso. ¿Estaremos haciendo actualmente exactamente lo mismo? ¿Somos capaces de quitamos de delante aquello, que pese a ser valioso nos causa molestia sencillamente por nuestro propio bienestar?

Resulta curioso que una sociedad que se vende como tolerante e inclusiva, sea capaz de segregar con total impunidad moral.

Efectivamente, el debate está servido:

Si vivir en sociedad es respetar, incluir y transmitir aquello que nos han transmitido, nos apetece conocer vuestra opinión sobre este tema: Hoteles, restaurantes y espacios libres de niños ¿Si o no?. 

¡Hagan sus apuestas!

 

¿Sociedad Intergeneracional?

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